lunes, agosto 31, 2015

IMPRESIÓN 3D y 4D, ¿HACIA UNA NUEVA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?
Héctor Casanueva
Una herramienta –llave de cubo- fue “enviada por email" a la Estación Espacial de la NASA, la que mediante una impresora 3D desarrollada especialmente para trabajar en condiciones de gravedad cero, los astronautas procedieron a fabricarla a partir del modelo creado al efecto por un simple sistema de diseño asistido por computador (CAD).  
La impresora y los diseños de diferentes artículos que ya se han fabricado por este medio en el espacio, son responsabilidad de la compañía Made in Space, Inc., una empresa de emprendedores top creada en 2010 a partir de un proyecto de Singularity University de Silicon Valley, con el fin de resolver uno de los problemas de la exploración y la futura colonización del espacio, cual es la necesidad de disponer oportunamente de repuestos, herramientas específicas, prótesis y hasta productos alimenticios fabricados in situ. Todo ello ya lo permite la impresión 3D, pero faltaba que fuera probada en el espacio y al parecer todo ha salido bien.
Actualmente se avanza hacia la impresión 4D, sobre la base de la 3D, en varios laboratorios y centros de investigación -en el MIT, por ejemplo-, que permite que el material de los objetos creados en 3D esté “programado” para expandirse y adoptar determinadas formas y volúmenes. Su campo de aplicación puede ser ilimitado, en la medicina, la construcción, los textiles, la joyería y la moda, entre otras, para la fabricación de partes del cuerpo humano, prótesis, joyas, ropa, zapatos, repuestos automotrices, y mucho más.
Lo informado por la NASA es sin duda un hecho emblemático, pero no debe ser visto solamente como un tema relacionado con la conquista del espacio. Estamos asistiendo, casi sin darnos ni cuenta, a una nueva revolución industrial. La primera, significó el paso de un sistema basado en la producción manual y el transporte animal, a la producción rápida basada en la máquina, la mecanización, la localización en las industrias y el transporte mecánico. Ahora, a partir de la nueva economía y la sociedad del conocimiento, entramos en una segunda revolución industrial, con características muy diferentes, focalizada en las personas y las cosas, y localizada en el mediano plazo no solo en las industrias y empresas, sino en los hogares.

A partir del hecho ocurrido en la estación espacial de la NASA, cabe reflexionar acerca del impacto que la impresión 3D y 4D tendrá en la producción y toda la economía mundial, a nivel local y global, cuando dentro de poco tiempo –menos de dos décadas- estas impresoras estén disponibles en los hogares. Actualmente se puede adquirir una impresora 3D básica por unos US$1.000, pero en menos de diez años su costo probablemente se reducirá a no más de unos US$100, y por lo tanto estará al alcance de millones de personas. No es menor, ya que para el 2030, según el think tank “The Millennium Project”, se agregarían a la población mundial 3.000 millones de consumidores de clase media, y el “Internet de las cosas” interconectará hacia 2020 unos 75.000 a 80.000 millones de aparatos, desde el control de la propia calefacción de los hogares a través de los teléfonos móviles, a la administración del riego por goteo y la fabricación robótica.
Las impresoras 3D y 4D presagian un mundo totalmente nuevo, una revolución productiva con base en la fabricación personal de piezas de decoración, órganos de reemplazo con materiales bio-sintéticos, vestuario, herramientas, alimentos, objetos de uso doméstico y, desgraciadamente, también, a la fabricación de armas. Asimismo, la Internet de las cosas impactará fuertemente al sector servicios, entre otros.
He aquí algunos elementos que, a mi juicio, ante esta nueva revolución industrial de fabricación y consumo personal masivo deberían ser considerados, entre otros, en las proyecciones económicas a corto, mediano y largo plazo para las políticas de fomento productivo, comercio internacional, innovación, propiedad intelectual, así como para los sistemas tributarios, servicios públicos y de seguridad.
1. El impacto en la industria textil, en términos de producción y empleo, de los países que son actualmente grandes exportadores.
2. La repercusión en la industria del diseño y la moda.
3. El impacto en la industria automotriz y autopartes.
4. Impacto en la arquitectura, la construcción y la agricultura.  
5. El surgimiento de una nueva demanda atomizada pero masiva, de materiales básicos para la fabricación 3D y 4D.
6. El desarrollo de software ad-hoc y de CAD para cubrir la demanda de los hogares.
7. La necesaria regulación y control en el caso de la fabricación de partes del cuerpo y prótesis.
8. El nuevo desafío al sector servicios derivado de una autosuficiencia de los hogares por la Internet de las cosas y del delivery por email.
9. La protección a los derechos de propiedad intelectual e industrial con respecto a la invención, patentes, diseño y otros derivados, que sean utilizados en los hogares mediante software ad-hoc trasmitido o bajado de internet.
10. La definición de los tributos –IVA y otros- aplicables a la provisión de programas y diseños para la fabricación doméstica de artículos.
11. Los códigos de seguridad por la amenaza del mal uso de la impresión 3D y 4D para la fabricación de armas o producción de sustancias prohibidas.

12. El desafío en capacidad prospectiva y anticipatoria para el sistema multilateral y los acuerdos internacionales de libre comercio, inversiones, propiedad industrial, especialmente en la Organización Mundial del Comercio y en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.

COSTOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL FRENAN EL CRECIMIENTO
Héctor Casanueva
La Organización Mundial de Comercio (OMC) está empeñada en reducir sustancialmente los altos costos de las transacciones comerciales internacionales, que frenan globalmente la competitividad, el crecimiento y la creación de empleos. Principalmente afectan a los países en desarrollo y los menos adelantados, en especial a las pymes. Se trata de variados costos que no tienen que ver con aranceles, sino con lo que el Director General de la OMC llama “soft infrastructure”, es decir, barreras administrativas, trámites innecesarios o duplicados, procedimientos lentos e ineficientes en las fronteras, certificaciones inadecuadas, además de normativas que no favorecen un ambiente pro-exportador. Para la OMC, reducir la pobreza, y alinearse con la Agenda global Post 2015 de desarrollo inclusivo y sostenible, exige hacer más para reducir los costos del comercio internacional.
Hay datos elocuentes de la OCDE, el World Economic Forum, la Unctad y la propia OMC, sobre el impacto que tendría en el comercio global y en los empleos la reducción significativa de estos costos.
La reducción de barreras al comercio a un nivel equivalente a la media de las buenas prácticas aplicables globalmente, representaría un incremento en los ingresos globales hasta de US$40 mil millones, reduciría casi en 15% los costos para los países de bajo ingreso y 10% para los países de altos ingresos. Un día menos de demora y manejo logístico en una frontera terrestre, puede representar 1% de incremento del comercio. Según la Unctad, en una transacción aduanera media intervienen entre 20 y 30 partes diferentes, 40 documentos, 200 elementos de datos (30 de los cuales se repiten 30 veces como mínimo) y la necesidad de volver a escribir, por lo menos una vez más, entre el 60 y el 70% de todos los datos.
Hay tráfico fronterizo en determinadas regiones del mundo en que el paso de un país a otro puede significar de siete a 15 días, y los trámites para exportar pueden tomar de 40 a 60 días. Es una de las razones, de que en África sólo 5% de los alimentos básicos provienen del comercio entre sus países. En América latina, el comercio intrarregional no supera el 20%, en parte por la falta de conectividad o malas prácticas administrativas.
A esto se suman, por cierto, los problemas de la “hard infrastructure”, como carreteras, puertos, corredores regionales y otros. El Banco Mundial, el BID, el Banco Asiático o el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (en creación), apuntan a mejorar la conectividad física que está limitando el flujo comercial internacional y regional.

Por su parte la OMC, en el marco de sus competencias y capacidades, contribuye desde las negociaciones comerciales, la vigilancia de la correcta aplicación de las reglas acordadas, la solución de diferencias y la creación de capacidades comerciales, a dinamizar y ampliar los flujos internacionales. Y en concreto en cuanto a la “soft infraestructure”, uno de los más relevantes avances recientes de la OMC es el Acuerdo de Facilitación de Comercio (AFC), en fase de ratificación por sus 161 miembros, que apunta al corazón del problema, y representará un incremento de hasta un trillón de dólares en la economía mundial y la creación de unos 18 millones de nuevos empleos. El impulso complementario a este acuerdo, proviene de su programa “AID FOR TRADE”, que cumple en estos días su quinto ejercicio de revisión, y que es apoyado también por el Grupo Banco Mundial, que cuenta con un fondo especial de donantes, para proyectos de asistencia técnica y creación de capacidades en facilitación de comercio para los países en desarrollo y menos adelantados. 

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 COMERCIO INTERNACIONAL, COMPETITIVIDAD Y DESARROLLO
Héctor Casanueva
De acuerdo con un informe de la OMC, el comercio internacional crecerá menos de lo previsto inicialmente, bajando sus proyecciones 2015 desde 5,3% al 4,0%, lejos del promedio de los últimos veinte años, que fue del 5,2%. Es una mala noticia, dada la relación entre comercio, crecimiento y desarrollo, que se retroalimentan en un círculo virtuoso. De hecho, la causa de esta desaceleración estaría en el menor crecimiento del PIB en China, la Unión Europea y en América latina, que repercute en una menor tasa de importaciones. Recordemos, por ejemplo, que la UE es el primer importador mundial de alimentos, y que China ha liderado durante los últimos diez años el crecimiento del PIB a nivel mundial.
Si aplicamos un escáner a la economía mundial, y en especial al comercio internacional, podemos encontrar causas endógenas y exógenas que ayudan a entender las razones de estas caídas, y por ende, apuntar a esos factores para revertir la situación, que puede transformarse en tendencia. A este respecto, podemos anotar tres de estas causas: en primer lugar, las tensiones geopolíticas, ambientales, sanitarias y los conflictos regionales afectan negativamente el crecimiento y el comercio internacional. En segundo lugar, el fenómeno de crecimiento sin empleo que caracteriza a algunas economías desarrolladas y en vías de desarrollo, o la precarización del mismo, que trae como consecuencia una menor participación de los salarios en el producto, y por lo tanto una menor incidencia en la demanda. Y en tercer lugar, los problemas de competitividad sistémica que afectan a los flujos comerciales, debido a mala infraestructura, normativas y procedimientos administrativos obsoletos, aduanas colapsadas, conectividad escasa o inexistente.
Según la Unctad, en una transacción aduanera media intervienen entre 20 y 30 partes diferentes, 40 documentos, 200 elementos de datos (30 de los cuales se repiten 30 veces como mínimo) y la necesidad de volver a escribir, por lo menos una vez más, entre el 60 y el 70% de todos los datos.
En materia de logística, o sea, la performance en transporte de carga, infraestructura, cadenas de suministro, procedimientos administrativos en frontera, sistemas de pago, entre otros factores, según el Informe del Banco Mundial “Connecting to Compite”, con los datos del “Logistic Performance Index 2014”, el top ten entre 160 países lo encabeza Alemania y lo ocupan otros seis países europeos, más Estados Unidos, Singapur y Japón, mientras que los latinoamericanos recién ocupan desde el lugar 42 con Chile, seguido de Panamá y México, llegando hasta el lugar 121 en el caso de Bolivia. La mayor parte de los últimos lugares de la tabla corresponde a países de menor desarrollo de África y algunos del Asia.
Sobre esto, conviene llamar la atención a lo siguiente, pues tiene directa relación con medidas en este sentido, que permitirían recuperar el crecimiento de las exportaciones e importaciones, en especial de los países en desarrollo: la Conferencia de Ministros de la OMC logró aprobar en diciembre de 2013, luego de un largo período de estancamiento de la Ronda Doha de negociaciones comerciales, un paquete de medidas de facilitación del comercio, conocido como el “Paquete de Bali”, destinado a dinamizar el intercambio mundial de productos, que según las estimaciones de la OCDE puede inyectar al crecimiento mundial más de 900 mil millones de dólares anuales y la creación de hasta 22 millones de empleos.

Pero su entrada en vigor está aún pendiente, ya que hasta la fecha no ha sido posible para los países miembros lograr un consenso para aprobar el protocolo que pondría en marcha el paquete de medidas.

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DESAFÍOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
 Héctor Casanueva

Para el 2050 habrá dos mil millones de personas más en el mundo, las clases medias representarán el 30% del total global, el 80 % de la población mundial vivirá en zonas urbanas, el mayor crecimiento demográfico se producirá en los países emergentes y menos desarrollados, y la red internet, que ya utiliza cerca del 40% de la humanidad, crecerá hasta cubrir el planeta. Satisfacer la demanda de alimentos y servicios de nueve mil millones de personas, con una estructura poblacional y socioeconómica como esta, solo es posible mediante el libre, suficiente, seguro, eficiente y equitativo flujo comercial internacional.

Estos requerimientos involucran al comercio de bienes y de servicios asociados, que al mismo tiempo necesita de un entorno macroeconómico estable, con sustentabilidad ambiental. Los datos aportados, por sí solos constituyen un referente y un horizonte para las decisiones estratégicas que deben ser abordadas hoy tanto a escala nacional como global, para las cuales las instituciones públicas, el sector privado y el sistema internacional económico, financiero y comercial necesitan estar preparados. Ello implica, tanto para la propia institucionalidad como para los países miembros, mirar prospectivamente, adecuar la arquitectura de acuerdos y procedimientos a un escenario de multidependencia ineludible, y gestionar el presente a partir de escenarios de futuros deseables y posibles.

La Organización Mundial del Comercio, instituida por el Acuerdo de Marrakech de 1994 y establecida el 1 de enero de 1995, es la más joven institución del orden económico internacional (entre otras como el Banco Mundial, el FMI, la UNCTAD). Representa el sistema multilateral de comercio del que participan 160 países (la más reciente integración ha sido, en junio, la de la República de Yemen), y constituye asimismo el foro multilateral que resguarda el cumplimiento de las reglas del comercio internacional y donde se deben resolver las diferencias entre sus miembros.

La OMC lleva adelante desde el 2001, con la llamada Ronda de Doha, un complejo proceso de negociaciones que, en mi opinión, apunta en esta dirección de futuro. Si bien los países miembros no han logrado cerrar los 21 temas del Programa de Desarrollo de Doha, que tienen por fin ampliar y profundizar la apertura comercial multilateral que históricamente comenzó en 1947 con el GATT, la OMC en sus dos décadas ha ido incorporando al acervo común, con mayor o menor amplitud y profundidad, nuevos temas, como las telecomunicaciones, las nuevas tecnologías de la información, los servicios financieros y algunos temas de propiedad intelectual relacionados con el comercio, en un proceso constante de negociaciones y acuerdos bilaterales y plurilaterales entre sus miembros.

El aporte de la OMC de alcance global más significativo a la mayor apertura del comercio, el primero adoptado por todos los miembros desde su creación, es el acuerdo alcanzado a nivel ministerial en Indonesia el 7 de diciembre de 2013, conocido también como “Paquete de Bali”, que comprende un acuerdo sobre facilitación del comercio, temas del comercio agrícola y temas de desarrollo, incluida la situación de los países menos adelantados, cuyo objeto es dar mayor agilidad a las operaciones del comercio de bienes, eliminar barreras burocráticas, simplificar procedimientos y normas, remover obstáculos, y a la vez apoyar la incorporación de los países menos adelantados a las cadenas de valor. Se estima que la plena vigencia del acuerdo, que tomará aún un tiempo en ser implementado por todos los miembros, tiene un potencial de expansión comercial de largo plazo que podría contribuir a aumentar el PIB mundial en más de US$ 960 mil millones anuales. Bali no sustituye ni menos aún interrumpe la negociación global más amplia de la Ronda de Doha; más bien constituye una reafirmación de la posibilidad de alcanzar multilateralmente metas aún más ambiciosas como las contenidas en el Programa de Doha para el Desarrollo.

¿Qué tiene que ver todo esto con Ud. como trabajador, profesional, empresario y consumidor? 

Prácticamente todo: la generación de empleos, el incremento de los salarios reales, la calidad de los productos y servicios, la seguridad de los alimentos que consumimos, los mejoramientos en los servicios, el transporte, incluso la internacionalización de la educación y la circulación de profesionales, entre otros, dependen de la existencia de normas claras y seguras que protejan los intereses de los consumidores, estimulen las exportaciones e importaciones, eliminen distorsiones o barreras y produzcan equidad y fair play en el comercio internacional. Según ha informado el Director General de la OMC, solo en términos de empleo la vigencia del acuerdo de facilitación de comercio, un mandato de la Ministerial de Bali, podría generar hasta 2 millones de nuevos puestos de trabajo, la mayoría en los países de menor desarrollo.


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sábado, marzo 15, 2014

UCRANIA Y LA EUROPA CREATIVA


UCRANIA Y LA EUROPA CREATIVA
Héctor Casanueva
Publicado por América Economía

El curso de los acontecimientos en Ucrania, Rusia y en toda Europa deriva hacia una crisis de tipo estratégico, de equilibrios de poder, de reivindicaciones nacionalistas y étnicas, y de colisión de modelos políticos. Su alcance es todavía impredecible, ya que involucra a la distancia a Estados Unidos y su asociación atlántica, y desafía el re-posicionamiento que había iniciado Rusia a raíz de la crisis Siria.

O sea, todo un entramado geopolítico que empieza a dejar en segundo plano y pone en riesgo la causa eficiente de la crisis, más profunda, gatillada por los jóvenes pro-Unión Europea que vieron con mucha claridad que la renuencia de sus gobernantes  -hoy depuestos-  a consolidar una asociación con la UE, primer paso hacia un futuro ingreso pleno a la misma, sepultaría sus anhelos de ser parte de ese proyecto de integración basado en la libertad política, la libertad económica, las oportunidades y los derechos sociales, con todas sus positivas consecuencias en lo cultural, lo educativo, el deporte, la innovación. Y los deja fuera de uno de los mayores activos de la UE, que es la mantención de un espacio de paz, desarrollo y cooperación.

El influjo que ejerce la integración europea sobre los habitantes de países de la ex Unión Soviética y su órbita es imparable. De los denominados “PECOS” (Países de la Europa Central y Oriental), para los que la UE puso en marcha, después de la caída del imperio soviético el “Programa Faro” destinado a prepararlos para la futura adhesión, desde 2004 han ingresado a la UE plenamente 11 de ellos. El más reciente fue Croacia, y hay tres candidatos a la adhesión en los próximos años: Macedonia, Montenegro y Serbia. También hay dos candidatos potenciales: Bosnia-Herzegovina y Kosovo, si bien este último tiene cuestionada su independencia por algunos países. Para otros países ex-soviéticos más lejanos, como Azerbaijan, hay una política explícita de la UE para ir generando convergencias que en el largo plazo también podrían conducir a una integración.

Los resultados de la adhesión de estos países son positivos para su población, en términos de acceso a los programas comunitarios de apoyo para el desarrollo social, productivo, educacional y cultural, y al mismo tiempo demuestran un importante avance en democracia, accountability, y construcción de capacidades institucionales. El Erasmus, los programas de ciencia y tecnología, la movilidad académica, profesional, y la libre circulación (con dificultades coyunturales aún), son apetecidos y aprovechados especialmente por los jóvenes, y por las universidades, las empresas y centros de investigación.

Esto es lo que los jóvenes y en general la población de Ucrania quieren tener para sí, asumiendo que ello viene de la mano de la vigencia de los valores democráticos, una institucionalidad pública confiable y el respeto a los derechos humanos, que Rusia y sus aliados internos no les garantizan. Por eso, la confrontación en ese escenario en definitiva se relaciona con las expectativas de calidad de vida de las personas y su futuro, que el actual juego de poder obnubila y limita, mientras ven que la UE lanza para sus miembros y asociados, además de sus programas Erasmus Plus y Horizonte 2020, el programa financiero “Creative Europe”, para fomentar la industria cultural y la construcción de un espacio dinámico para que todos los creadores desplieguen sus talentos, se vinculen dentro de ese espacio, potencien el cultivo de las artes en todas sus formas, como una base cierta de apertura intelectual que solo la democracia plena puede cobijar y la integración puede garantizar.

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¡FUCK THE EU!


¡FUCK THE EU!
Héctor Casanueva
Publicada por América Economía

Hace poco tiempo, tuvimos una demostración muy elocuente del grado de sofisticación y profundidad estratégica de la diplomacia de los Estados Unidos. “Fuck the EU”, dicho serenamente y como si nada por la secretaria adjunta del Departamento de Estado de Estados Unidos, Victoria Nuland, sobre posibles intervenciones y apoyos para resolver la crisis ucraniana, resume toda una visión geopolítica -espero que no sea compartida por el presidente Obama- con respecto a su, hasta ahora, principal socio transatlántico.  

Me imagino, después de esto, que también podrá pasar por su mente un “Fuck Latin America”. Menos mal que por estos lados nos estamos entendiendo mejor, y afianzando nuestra concertación política. Pero debemos estar atentos.

“Que se joda la UE”, no parece coherente si con el viejo continente, entre otros temas no menores, la potencia del Norte comparte la OTAN, Alianza Atlántica creada para contener en su momento a la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, y que hoy, si bien algo devaluada por el supuesto término de la guerra fría, no deja de tener importancia estratégica dada la ofensiva rusa. Con la Unión Europea los Estados Unidos buscan, en estos momentos, un acuerdo integral de comercio e inversiones, que le puede significar algunos puntos de crecimiento del PIB, pero sobretodo, sería la base económico-financiera de la vinculación política occidental inaugurada en la postguerra el siglo pasado y una ganancia de masa crítica frente a China y el Asia en su conjunto.

El desprecio consuetudinario de cierta diplomacia estadounidense por la Europa integrada parece no haber remitido, desde aquella ironía kissingeriana que decía “si quiero hablar con Europa, ¿a qué teléfono debo marcar?”. Ya entonces resultaba incomprensible para ellos un proceso de integración basado en el diálogo “ad nauseum”, y en la articulación persistente de posiciones múltiples para la toma de decisiones. No reparan, al parecer, que ese pretendido hándicap es el que ha permitido siete décadas de paz en Europa, y la eliminación de toda hipótesis de conflicto entre sus estados, y es el instrumento para avanzar en la paz completa en la que Gorbachev denominó “la casa común europea”. En el mismo lapso, Estados Unidos se ha involucrado en Corea, Viet-Nam y Cambodia, Afganistán, Irak, y múltiples acciones menores en diferentes partes del mundo.

Hoy la Unión Europea comienza a salir de una crisis financiera que vino del otro lado del Atlántico, que por cierto develó las debilidades aún existentes en el proceso de integración. Sigue siendo la primera potencia comercial del mundo, el primer importador mundial de alimentos, el primer contribuyente mundial de ayuda oficial al desarrollo, y una potencia en ciencia y tecnología, que se acrecienta como tal a partir de la estrategia Europa 2020 y en especial del programa Horizonte 2020. Avanza desde el Tratado de Lisboa, sin prisa pero sin pausa, hacia la unión política, y tiene una hace poco inaugurada vocería comunitaria en política exterior, una representación como sujeto de derecho internacional con un asiento en Naciones Unidas, y sin duda es un actor político global. Que tarde en tomar decisiones sobre cuestiones sensibles que ocurren en sus fronteras  -como la crisis en Ukrania- no es una debilidad, sino la fortaleza de saber que los consensos son mejores que el garrote y la intimidación. Sobre todo en este caso, en que la disputa en ese país tiene que ver fundamentalmente con que la ciudadanía, especialmente los jóvenes, quieren integrarse en la UE y vivir bajo un sistema que incorpore los valores comunitarios de libertad, democracia, cooperación, equidad, protección social, que las actuales autoridades y sus socios externos no asumen. Esos valores deben prevalecer por consenso ciudadano, y no se puede pretender que la UE los imponga fuera de sus fronteras.

No me imagino a la comisaria europea de asuntos exteriores, Lady Ashton diciendo, bajo ninguna circunstancia, “fuck the USA”, pese a todos sus problemas y debilidades. Ahí está la diferencia.

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martes, enero 28, 2014

SEGURIDAD ALIMENTARIA


LAS ABEJAS Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
Héctor Casanueva
(Publicado en AMÉRICA ECONOMÍA, enero 2014)

La seguridad alimentaria es definida por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas, como la “situación en la cual todas las personas tienen, en todo momento, acceso a los alimentos seguros y nutritivos que necesitan para mantener una vida sana y activa”. Si consideramos que al 2050 se incorporarán unos dos mil millones de nuevos habitantes en el mundo, el desafío de la seguridad alimentaria  -es decir, la producción de esos alimentos seguros, nutritivos y accesibles, para cubrir la necesidad de una población global en torno a los nueve mil millones- significa nada menos que doblar la producción actual.

Si bien responder a este desafío depende de varios factores, de carácter científico, tecnológico, económico, financiero, y de políticas públicas adecuadas, el principal componente de la producción de alimentos es la preservación de la biodiversidad y el buen funcionamiento de los ecosistemas.

Esto último es lo que al parecer está fallando y pone en riesgo a la población, porque, según ha informado la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), de la ONU, en distintas partes del mundo están desapareciendo las abejas, lo que puede ser causado precisamente por una degradación ambiental, tanto por desaparición de las condiciones ecológicas, como por el uso de plaguicidas y el propio cambio climático. Incluso se señala que el Reino Unido sólo hay un cuarto de la cantidad de abejas necesarias para los cultivos. Ello repercutirá necesariamente en una menor cantidad de alimentos. Se calcula que la polinización que realizan las abejas y otros insectos es responsable del 75% de los cultivos en todo el mundo, por lo que la relación entre la disminución de la población de abejas y la potencial baja producción de alimentos es directa y amenazante.

La IPBES ha anunciado que en breve plazo abordará un estudio para evaluar esta situación, del que se espera surjan las causas y las consiguientes propuestas de medidas.

La constatación de este hecho, que el estudio deberá dimensionar actual y prospectivamente en alcance e impacto, puede ser especialmente grave para aquellos dos tercios de la población mundial (3.800 millones) que viven en países de bajos ingresos que hoy sufren déficit alimentario, cantidad de personas que en esos países llegará a los seis mil millones al 2050.

Pero también lo será para el mundo desarrollado. En efecto, la Unión Europea es el primer importador mundial de alimentos, mientras los Estados Unidos importan el 15% del total de alimentos que consume, incluyendo el 60% de las frutas y el 80% de los mariscos.

Suponiendo que se lograra controlar la degradación de los ecosistemas y la biodiversidad, y pudiéramos contar con la tarea polinizadora de las abejas y otros insectos, hay otras realidades que no dependen de ello, sino de la matriz alimentaria existente, y que no aprovecha debidamente lo que la naturaleza ofrece. En efecto, diversos estudios y estimaciones señalan que sólo 200 de las 80.000 especies de plantas comestibles son utilizadas, y de estas, solamente cuatro representan más del 60% de los alimentos agrícolas que consume el mundo: trigo, maíz, papas y arroz. A esto se agregan las costumbres y vicios alimentarios, que hacen que un tercio de la producción mundial de alimentos (1.300 millones de toneladas) acaba en la basura cada año en el mundo, y 222 millones de toneladas de comida se pierden en los países ricos. No es menor, al mismo tiempo, que el 64% de la población mundial tenga problemas de sobrepeso.

La desaparición de las abejas debe hacernos reflexionar entonces, como humanidad, sobre los malos hábitos, la indiferencia ambiental, y la deformación de la matriz alimentaria que hemos ido sufriendo paulatinamente, y abordar el problema con unas políticas públicas que promuevan el consumo responsable, el desarrollo científico y tecnológico que apunte a la suficiente producción a escala global de alimentos que permitan llevar una vida sana y activa, que sean funcionales a la situación específica de las personas, y capaces de prevenir o paliar los efectos de las enfermedades.

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martes, diciembre 31, 2013

ACUERDO DE ASOCIACIÓN CHILE-UNIÓN EUROPEA

DIEZ AÑOS DE ASOCIACIÓN CHILE-UNIÓN EUROPEA: ¿COMO SEGUIR?
 Héctor Casanueva

Se han cumplido diez años del acuerdo de asociación con la Unión Europea, el más avanzado que la Europa comunitaria suscribió en su momento con un país tercero, abarcando el diálogo político, el comercio y la cooperación. No cabe duda que el balance por ambos lados es positivo, especialmente para Chile, que incrementó casi tres veces sus exportaciones, el 98.7% de sus productos entran libres de aranceles, recibió importantes inversiones y mucha cooperación financiera, académica y técnica en diferentes formas.

En este lapso de tiempo, la UE ha suscrito acuerdos similares, siguiendo el modelo del chileno, con Perú, Colombia y Centroamérica, que se suman al que ya había concretado con México. Y negocia todavía con el Mercosur, sin descartar que se llegue a firmar inicialmente solo con Brasil. Durante estos años, también, se han producido otros movimientos en Latinoamérica, como la creación de UNASUR, el ALBA y CELAC, y más recientemente pero con mucha fuerza, la Alianza del Pacífico, que integra a cuatro países que tienen acuerdos con la UE, que son Chile, Colombia, Perú y México. Al mismo tiempo, una iniciativa originalmente acotada, como el Transpacific Partnership (TPP), creado por Chile con Singapur, Brunei y Nueva Zelanda, se ha ampliado hasta ser una opción estratégica en el Pacífico para Estados Unidos, y un importante referente para México y Perú, que junto con Chile comparten además un TLC con ese país. Por su parte, la UE comenzó a negociar un superacuerdo comercial y de inversiones con Estados Unidos, inició lo mismo con Japón y se apresta a hacerlo con China. En medio de todo esto, la UE sufre una de sus peores crisis económicas, con incidencia en las bases mismas de su sistema de integración, de la que trata de salir con un menú de iniciativas institucionales, financieras y funcionales, como el proyecto Europa 2020.

Con este telón de fondo, que va a condicionar el desarrollo de las relaciones de Chile con la UE en sus tres dimensiones, mercado en el que competimos ahora con otros países de la región, y competiremos con las exportaciones asiáticas y norteamericanas, todos coinciden, sector privado y público, en que se ha cumplido un ciclo, la realidad ha cambiado, es muy dinámica, y por tanto corresponde pasar a una nueva fase. El gobierno de Chile ha invocado para ello la cláusula evolutiva del acuerdo, y presentado unas propuestas a la Comisión Europea, que las está considerando. Sin conocer el contenido específico del planteamiento chileno, pero basado en lo que informaron el canciller Moreno y el director de la Direcon en un seminario de la SOFOFA, más lo señalado por el embajador de la UE, las conversaciones iniciadas para “profundizar” y “modernizar” el instrumento estarían centradas, por parte de Chile, en temas medioambientales, laborales, y de propiedad intelectual; y por parte europea, en aspectos sanitarios, fitosanitarios, protección de inversiones y apertura del sector servicios.

Si bien todos estos aspectos permitirían efectivamente profundizar y modernizar el acuerdo, nos parecen solamente inerciales, una continuidad progresiva pero lineal, insuficientes para hacer frente al telón de fondo descrito, tanto para la UE como para Chile, pero en especial para nuestro país, que con su evidente rezago de productividad, evidenciado por numerosos rankings internacionales, pierde competitividad global y le será muy difícil aprovechar a fondo las oportunidades del mercado europeo, sofisticado y crecientemente ecologizado, y accesible para más competidores. Más aún si vemos que otros países de nuestro entorno, como Brasil, han hecho contundentes apuestas en formación de capital humano, investigación e innovación para ganar competitividad.


El desarrollo de la relación comercial con la UE puede verse incrementada con estas modernizaciones que se anuncian, pero serán marginales si nuestro país no estructura con la UE una nueva agenda completa, sistémica, que abarque tanto el acuerdo de asociación como el acuerdo de ciencia y tecnología recientemente renovado, generando un nuevo estatus de relaciones que ponga el acento, primero, en el diálogo político sobre gobernanza económico-comercial global y bilateral, para evitar previsibles y negativas consecuencias para Chile de los macroacuerdos en que la UE está empeñada con Estados Unidos, Japón y China. Segundo, que se focalice en la cooperación científico-tecnológica, insertándonos con ventaja de socios en los agresivos  programas comunitarios de investigación e innovación Horizonte 2020 y Erasmus Plus que se inician el próximo año, que están directamente relacionados con la productividad y competitividad de la economía, de los que podemos beneficiarnos para recuperar dinamismo productivo y mejorar nuestra inserción económica internacional. Eso, sin descontar que habría que retomar lo acordado con la UE en 2009 para una agenda de desarrollo conjunta, orientada hacia América latina, lo que cobra especial vigencia con nuestras nuevas alianzas en la región y con nuestra compleja relación vecinal.

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DEBATE SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR

Estado del bienestar: un debate mal planteado
Héctor Casanueva

El discurso del rey de Holanda ante el Parlamento, en el que señala la insostenibilidad del “clásico Estado del bienestar” y su sustitución por una “sociedad participativa”, ha caído como agua de mayo a los euroescépticos y a la derecha del Estado minimalista en Europa y también por estos lados. Curioso, además, que lo plantee un monarca en un país gobernado por la socialdemocracia, que es el cuarto del mundo en el Índice de Desarrollo Humano, tiene un desempleo en torno al 7% y un per cápita de US. 46.000.- ¿Qué queda entonces para España o Grecia? ¿Y para nosotros?

Desde que la crisis de 2008 comenzó a poner en evidencia los problemas financieros de los países europeos, se volvió a instalar con mucha fuerza el debate iniciado hace tres décadas por el thatcherismo, acerca del modelo de protección social característico del viejo continente, llamado “Estado del bienestar”, y que es indisociable del proceso de integración de Europa, basado en solidaridad, paz y cooperación.

Las dificultades para asegurar su financiamiento, con los consiguientes recortes presupuestarios en las prestaciones, así como los efectos del reto demográfico, entre otros factores, pero especialmente la crisis de empleo, especialmente juvenil, generan una distorsión en este debate. Por un lado se considera que la crisis es consecuencia del modelo, y por otra quienes la sufren exigen que el Estado no solo mantenga, sino intensifique las políticas de protección social, pese al problema real de financiamiento público, producto a su vez, de una pérdida de competitividad de las economías europeas, incapaces de crecer y crear empleo.

La discusión sobre el modelo se ha trasladado con cada vez mayor intensidad a América latina, donde se han ido alineando tres posiciones: una de derechas, muy crítica del modelo europeo y que coincide en atribuir al mismo su crisis financiera, con la consiguiente advertencia de que no se nos ocurra adoptarlo, abogando por políticas asistenciales muy acotadas y una protección social centrada en la responsabilidad individual; otra, de izquierdas, que aboga por un Estado fuerte y protector, muy presente en los distintos frentes de la vida económica y social, con importantes dosis de populismo, y muy riesgoso en términos de estabilidad económica. Una tercera, que podríamos llamar de centroizquierda, cuyo planteamiento es de un Estado que asegure una protección social universal básica en educación, salud y pensiones, debidamente financiada a través del crecimiento económico y políticas fiscales responsables.


Si queremos despejar el tema central y de fondo, cual es el rol del Estado en la sociedad, creo del caso hacer algunas consideraciones para aportar al necesario análisis del tema, justamente cuando en Chile y otros países se avanza en sistemas de protección social que tienen como referente la experiencia europea, con la ventaja de que podemos observar sus fortalezas y debilidades en medio de una crisis que no estamos sufriendo. Lo primero es distinguir entre "Estado del bienestar" y "estado benefactor", pues no significan lo mismo. El primero, implica una responsabilidad que debe asumir el Estado como garante del bien común, en una concepción solidaria de la organización social, para hacerse cargo como sociedad de garantizar estándares mínimos de calidad de vida a toda la población, dadas las inequidades que inevitablemente se generan en el cuerpo social por la sola aplicación de las leyes del mercado. Lo segundo, que es a lo que se dirige la crítica de la derecha más consciente, implica una deformación y extralimitación del concepto anterior, ya que traspasa solamente al Estado las responsabilidades de la propia vida, y ello evidentemente no solo implica una injusticia, sino un adormecimiento de las capacidades de emprendimiento, con las consecuencias de pérdida de productividad y competitividad general, además de ser insostenible financieramente. A esto último es que se refirió el rey de Holanda, y a lo que se refieren muchos partidos y líderes europeos, CDU incluida, que necesariamente debe ser reformado, avanzando hacia la necesaria “co-responsabilidad” en el bienestar, pero en ningún caso se debe interpretar como el llamado al abandono de una política social que está en la raíz y el fundamento mismo de este modelo. Hace unos meses, la ministra de asuntos sociales de Francia, Mme. Marisol Touraine, en un interesante coloquio en la Universidad Central de Chile, nos afirmaba categóricamente que el estado del bienestar no estaba en discusión, sino su financiamiento. Y así como el rey holandés plantea una "sociedad de la participación", para connotar esa co-responsabilidad en el bienestar social, Felipe González y otros líderes plantean el concepto de una "sociedad del bienestar", pero todos apuntando a lo mismo. En América latina estamos entrando en un largo período electoral, empezando por Chile en noviembre, y seguido de varias elecciones presidenciales en otros países entre 2014 y 2015, que se dan en momentos en que la economía mundial, especialmente asiática, parece ralentizarse, parece muy oportuno que los programas de las candidaturas tomen en consideración este debate y la experiencia europea, y adopten las propuestas más adecuadas a cada realidad para asegurar políticas públicas apropiadas.

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jueves, septiembre 19, 2013

La Globalización Académica

LA GLOBALIZACIÓN ACADÉMICA
Héctor Casanueva

La movilidad estudiantil es un fenómeno mundial de internacionalización de la educación superior, que a escala global ya alcanza a cerca de cinco millones de jóvenes en programas de pre-grado y de post-grado, pasantías y cursos cortos. 

Sin embargo, la globalización académica debe ser vista como una realidad que ofrece un abanico de opciones de inserción internacional para el sector de la educación superior, en sus tres dimensiones de docencia, investigación y extensión, esta última superada por la más amplia de “vinculación con el medio”. No se agota por lo tanto en los intercambios, ni en la dinámica de la atracción de estudiantes. La movilidad estudiantil es un componente que, por un lado, refleja la creciente apertura de las fronteras físicas, administrativas y culturales que nos trae la mundialización, y por otro expresan el cambio sustantivo que esta produce en las universidades, impactando en el currículo, en el aseguramiento de la calidad, en el tipo de competencias a desarrollar en el proceso de formación, e incluso en la sustitución parcial de la relevancia tradicional de los contenidos, por el desarrollo de competencias que permitan a los futuros profesionales desempeñarse en un entorno simultáneamente global y local, bajo nuevas formas de acceso al conocimiento, por los contenidos on line y just-in-time disponibles por internet.

La globalización o mundialización amplían y transforman el rol de las universidades, que pasan a ser actores del sistema internacional, lo mismo que lo son hoy por hoy las empresas, las ONGs, las regiones y los gobiernos locales. 

Cada uno desde su ámbito, constituyen redes, que en caso de las universidades desarrollan investigación cooperativa, producen conocimiento apropiado, influyen en las políticas públicas, y exponen a los estudiantes, profesores e investigadores al contraste, la cooperación y la competencia con otros de sus pares de distintas latitudes y culturas, con un claro beneficio recíproco, que contribuye a un verdadero “sistema de inteligencia global”, como lo plantea el Millennium Project.

De ahí que se debe instituir en los países de América latina un “complejo universidad-estado-empresa-regiones”, para integrarse sistémicamente en este fenómeno de la globalización académica, que ya cuenta con 180 millones de estudiantes universitarios, cerca de 20 mil universidades, cinco millones de intercambio a nivel mundial y creciendo. En América Latina tenemos 15 millones de estudiantes universitarios, con unos trescientos mil que estudian en otro país. 

La Unión Europea, con la que nos une un proyecto común de "asocación estratégica", da un ejemplo en este sentido, al instalar e incrementar sus programas de innovación, investigación y movilidad académica orientados a mejorar su competitividad y crear empleos. La UE por si sola, al aumentar sustantivamente para 2014-2020 sus presupuestos y programas de ciencia, tecnología y movilidad académica, mediante las iniciativas Horizonte 2020 y Erasmus Plus, pretende movilizar cinco millones de estudiantes comunitarios dentro y fuera de sus fronteras, además de académicos y staff de soporte.

En el Plan de Acción CELAC-UE 2013-2015, se contempla como uno de los ejes principales la "Iniciativa conjunta de innovación e investigación", lo que implica una cooperación estrecha entre las universidades y centros de ambas regiones. 





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Cooperación UE-ALC

UNIÓN EUROPEA: LA COOPERACIÓN QUE VIENE
Héctor Casanueva

En el marco de su “Estrategia 2020”, la Comisión Europea está alistando desde 2011 dos programas de cooperación intra y extra comunitaria, que se pondrán en marcha en 2014, destinados a fortalecer la competitividad, la productividad y el empleo al interior de la Unión Europea, pero que contemplan también una dimensión internacional que puede ser muy beneficiosa para América latina. Se trata de los programas “Horizonte 2020”, de ciencia, tecnología, investigación e innovación; y el programa “Erasmus Plus”, que concentrará todos los programas actuales de movilidad e intercambio de estudiantes de educación superior dentro y fuera de la UE, ampliados además a otras áreas y niveles de formación. El primero de ellos asignará hasta 80.000 millones de euros a investigación, más 2.800 millones a innovación y 2.500 millones a las Pymes; y el segundo 19.000 millones de euros en movilidad mediante becas y apoyos financieros. Un esfuerzo contracíclico, que en plena recesión aumenta casi en un 50% los fondos 2014-2020 destinados a estos sectores.

Se trata, por tanto, de una agresiva apuesta comunitaria destinada a dar sustento desde la educación superior y la innovación, al objetivo central de la estrategia 2020, que busca posicionar una UE integralmente competitiva en el mundo. La estrategia se basa en tres pilares: Uno, crecimiento inteligente para el desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación. Dos, crecimiento sostenible promoviendo una economía más verde y competitiva. Tres, crecimiento integrador, fomentando una economía con alto nivel de empleo, cohesión social y territorial. Para ello, se fija unas metas ambiciosas -que a juzgar por el reciente acuerdo inter-institucional entre el Consejo, la Comisión y el Parlamento Europeo podrá contar con los medios necesarios- por las cuales al 2020 el 75 % de la población de entre 20 y 64 años debería estar empleada; el 3 % del PIB de la UE debería ser invertido en I+D; cumplido el objetivo «20/20/20» en materia de clima y energía (incluido un incremento al 30 % de la reducción de emisiones); el porcentaje de abandono escolar debería ser inferior al 10 %; al menos el 40 % de la generación más joven debería tener estudios superiores completos; y 20 millones menos de personas en riesgo de pobreza.

Para lograr estas metas, hay conciencia al interior de la UE que no basta con una estrategia de puertas adentro, en un mundo interdependiente en el que el viejo continente debe tener aliados permanentes y socios que contribuyan al esfuerzo, porque la economía comunitaria depende en muchos sectores del exterior –por ejemplo la UE es el primer importador mundial de alimentos, y su matriz energética es también dependiente de su vecindario- , y porque la competitividad requiere de recursos humanos calificados capaces de desempeñarse en un entorno global. De ahí que estos dos programas contemplan un potente ámbito de cooperación internacional.
En efecto, H2020 integrará los Programas Marco de Ciencia y Tecnología que se han aplicado ya en siete versiones en América Latina para proyectos conjuntos entre universidades y centros de investigación de ambas regiones, con el Programa de Competitividad e Innovación y el apoyo al Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Todos estarán completamente abiertos a la cooperación internacional y se establecerán asociaciones especiales con países determinados en función de las prioridades de la estrategia comunitaria, en áreas de mutuo interés, como cambio climático, nanotecnología, seguridad alimentaria, innovación en las pymes, etc., todas estas de alto interés para América latina.

Erasmus Plus, por su parte, integra al Erasmus intracomunitario, con Erasmus Mundus, los programas Alfa, Tempus, Leonardo y otros, ampliando su alcance a todos los países del mundo, para movilidad, proyectos de cooperación universitaria y apoyo a políticas institucionales en educación superior, tres ámbitos de especial interés para el mundo universitario latinoamericano, como quedó patente en la Cumbre Académica ALC-UE realizada en Santiago de Chile en enero de este año.

Más de 700 universidades de nuestra región han participado en programas europeos de investigación, y más de 4.000 estudiantes han realizado cursos en Europa. Ahora, con esta nueva cooperación europea, se podrían triplicar estas cifras, y aumentar la posibilidad de acoger un número considerable de jóvenes, investigadores y docentes europeos en nuestros países. Asimismo, la vinculación universidad-investigación-empresa, especialmente con las pymes se acrecienta. Las condiciones e instrumentos para participar en estos dos programas están siendo definidos por la Comisión, y serán dados a conocer probablemente hacia noviembre de este año.


Debemos estar atentos a ello, prepararnos y establecer solidariamente una cooperación horizontal entre universidades, empresas y el estado en nuestros países, que permita  desarrollar capacidades técnicas en materia de proyectos en la mayor cantidad posible de instituciones para aprovechar estas oportunidades, y ampliar la cobertura, que hasta el momento ha estado muy concentrada en pocas universidades, de unos pocos países.

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Carta desde una Europa en crisis

Carta desde una Europa en crisis
LA PARADOJA Y LA ESPERANZA  A PESAR DE TODO
Héctor Casanueva

Escribo esta columna desde Bucarest, capital de un país de reciente incorporación a la UE (2007), en el que hemos sido invitados a inaugurar el Instituto de Estudios Latinoamericanos (ISLA) de la National School of Political Studies and Public Administration, universidad pública nacida inmediatamente después del fin de la dictadura. El interés por América Latina es creciente en esta región, y en especial en Rumanía, de raíz y cultura latina, que se siente muy próximo a nosotros. Pero a la vez, su inserción en la UE representa la recuperación de la libertad para expresar y vivir valores que nunca dejaron de estar en la base de su cultura, y que emergieron con fuerza y entusiasmo después de la caída del comunismo. Esta es una de las tantas paradojas de Europa: mientras en los círculos intelectuales, políticos, y en la opinión “publicada”, de los países fundadores, se cuestiona el proyecto de integración, parece olvidado uno de los principales frutos, entre muchos, de dicho proceso, cual es su efecto político en el término de la división de Europa y la consiguiente integración de la mayor parte de las repúblicas ex soviéticas al proceso, y por consiguiente a la democracia, la libertad intelectual y económica. Y la paz, con mayúscula. Eso, pese a las dificultades y la crisis por todos conocidas. En pocos días más, también Croacia ingresará a la UE. Nadie ingresa a un club que se está muriendo.

Con un promedio de desempleo del 12% (en España el 25%), pero hasta el 50% de paro juvenil, se comprende el desencanto, y los fuegos apuntan a la incapacidad y lentitud de los líderes para dar un vuelco a una crisis que se arrastra ya un lustro. Sin embargo, paradoja, el escritor rumano Mircea Vasilescu escribió hace poco en El País sobre la UE, como “el paraíso de las negociaciones”, lo que sería un rasgo muy de agradecer visto desde países que vivieron duramente bajo el signo de la imposición. Dos jóvenes profesores de esta universidad, con los que he compartido estos días, fueron hace un tiempo, como muchos otros rumanos, beneficiarios del programa Erasmus, uno de los más exitosos e importantes de la UE, estudiando algunos semestres en universidades de Francia y España. Erasmus ha movilizado en veinte años casi tres millones de estudiantes europeos entre los países miembros, se ha extendido por el mundo, y ahora entra en una nueva etapa bajo el nombre de “Erasmus para todos”, abierto desde 2014 totalmente también a los intercambios fuera de Europa. Este, más el programa “Horizonte 2020” de ciencia, tecnología e innovación, son dos ejes de una apuesta de la UE para dar un giro en los próximos años en la competitividad y el empleo, especialmente juvenil. Otra paradoja, pues para ambos programas, la Comisión Europea ha incluido en su presupuesto 2014-2020 nada menos que un incremento del 64% de los fondos, una decisión política contracíclica valiente y decidida.

Más paradojas: leo en La Vanguardia, de Barcelona, que la UE destinará ahora un fondo adicional de 2.500 millones de euros (unos US. 3.300 millones) para luchar contra el analfabetismo en el mundo, ratificando su condición de primer contribuyente mundial en Ayuda Oficial al Desarrollo. Los grupos temáticos de Linkedin están poblados de llamamientos a integrar equipos técnicos multinacionales para proyectos en las más variadas disciplinas y emprendimientos, desde ciencias duras e investigación de frontera, hasta aplicaciones de potabilización del agua en África o América Central. Todo financiado por la UE.

En lo institucional, una muestra: Bruselas y el Tribunal de Justicia de la UE, tienen arrinconados a los bancos, especialmente de España, por las cláusulas abusivas en las hipotecas y por los desahucios y lanzamientos de los deudores que no pueden seguir pagando sus casas. ¿Los fundamentos? Los derechos humanos, la protección esencial a las personas, pilar de la integración. Más paradojas: hace un par de meses, la CE aprobó mil millones de euros para el Programa del Cerebro Humano, una investigación que pretende reproducir el funcionamiento del cerebro para combatir desde ese conocimiento las enfermedades como el Alzheimer, Parkinson, etc. y explorar formas de desarrollo de la inteligencia.

Si a esto agregamos que la UE sigue ocupando en América latina el primer lugar como inversionista (invierte en AL más que en Rusia, India y China juntas), y es primera también en ayuda al desarrollo, es el primer importador mundial de alimentos, y financia la investigación espacial desde Chile con el telescopio más grande del mundo, no podemos menos que reflexionar de manera optimista acerca de la fortaleza de los fundamentos de Europa.

El termómetro (las bolsas y los bonos), no basta para medir el estado de salud, hace falta también el scanner, que nos da una lectura real de las capacidades existentes para salir de las crisis, como ya lo ha hecho en el pasado. No ignoro, eso sí, otras cosas, como los estallidos de violencia en Suecia, similares a los de hace dos años en Francia, los problemas de la inmigración y tantos otros, que oscurecen el panorama y siembran la incertidumbre. Pero esas señales que menciono, son reales y sólidas. Además de ello, la UE entrará en un proceso electoral único el año próximo con las elecciones al Parlamento Europeo, para las que la Comisión (el ejecutivo comunitario) ha solicitado que los ciudadanos se pronuncien sobre la gobernabilidad misma de la UE. Allí se verán las caras los euro-pesimistas y los euro-realistas que defienden el proceso con ajustes. Euro-optimistas quedan pocos, pero los hay.

(*) Director Ejecutivo del Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (CELARE)



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sábado, febrero 09, 2013

CLAVES DE LAS CUMBRES CELAC-UE Y CELAC

EMOL TV, CLAVES SOBRE LAS CUMBRES CELAC-UE Y CELAC
Héctor Casanueva
Director Ejecutivo CELARE

VER VIDEO, en enlace siguiente:

 http://www.emol.com/videos/actualidad/indexSub.asp?id_emol=13453



LAS CUMBRES CELAC-UE Y CELAC EN CHILE

Análisis EMOL TV sobre las Cumbres CELAC-UE y CELAC
Héctor Casanueva
Director Ejecutivo, CELARE

VER VIDEO, en enlace siguiente:

viernes, febrero 08, 2013


REALIDADES, PERCEPCIONES Y DESAFÍOS PARA
LA ASOCIACIÓN ESTRATÉGICA CELAC-UE
Héctor Casanueva[1]
 (Diario La Tercera, Chile, 27 de enero 2013)

La primera Cumbre CELAC-UE, que es también la séptima que se celebra entre los estados de ambas regiones desde 1999, enfrenta un inédito escenario birregional y global.

El riesgo de una lectura simplista de la relación.

Los análisis sobre la crisis financiera, los cuestionamientos al modelo de sociedad y al proceso de integración en Europa, muestran que no crece, que no genera empleos, más bien los destruye, pérdida de competitividad, sumida en un debate existencial, amenazas de desintegración y una parálisis institucional. Por el contrario, por primera vez en esta relación, América latina aparece como una región dinámica, en crecimiento, con las cuentas ordenadas, con sectores sociales emergentes, espacio fiscal para avanzar en protección social, baja deuda pública y un optimismo de los actores que contribuye a una percepción pública de mejoramiento continuo que produce un  círculo virtuoso.

Pero este es el cuadro simplista, de trazos gruesos, es el bosque que esta vez no deja ver los árboles, que influye en la opinión pública y en la opinión publicada para amparar afirmaciones que se escuchan y leen por estos días en América latina, despreciando la relación con Europa y llamando a orientar nuestras políticas de inserción y vínculos económicos hacia otros lados, especialmente el Asia, y concretamente China, como si existiera una disyuntiva, en lugar de una posibilidad abierta para una sinergia de relacionamientos no excluyente.

Este cuadro grueso también mueve en la Unión Europea a que se eliminen programas de cooperación con América latina para diecisiete países, no solo por recortes en los presupuestos comunitarios, sino porque se supone que nuestra región ya no los necesita.

Ha surgido también una especie de neo-soberbia latinoamericana, una exagerada reacción producto de tantas décadas de ser un continente-problema, pensando que ahora las cosas están equilibradas, e incluso pudiéramos tener el lujo de darle la espalda al viejo continente. Y así se preguntan muchos ¿Para qué seguir?

Pero si bien el termómetro arroja una lectura crítica para Europa, y una lectura tranquilizadora para América Latina, el scanner dice otra cosa. Y para acertar en el análisis y los pasos a seguir, debemos basarnos en el termómetro y en el scanner, especialmente en este último, que nos dice, por ejemplo, que la Unión Europea es la primera potencia comercial del mundo, el primer contribuyente en ayuda al desarrollo, primer importador mundial de alimentos, una potencia en ciencia y tecnología, que en plena crisis aumenta un 46% su presupuesto en investigación, y que para América Latina es el segundo socio comercial, con US. 230.000 millones de comercio y una balanza favorable a nosotros; es el primer inversionista con un stock acumulado de US. 600.000 millones en la región y el primer contribuyente en cooperación al desarrollo.
El scanner nos dice que América latina, aún con los buenos resultados, tiene 180 millones de pobres, 75 de ellos bajo la línea de indigencia; el empleo sigue siendo precario, pues el 38% de la población activa cuenta con seguridad social; las desigualdades en ingresos se mantienen o crecen, las tasas de inversión están siete puntos por debajo de lo necesario. Y que las exportaciones siguen basadas en productos primarios, concentradas en pocas empresas. La educación superior ha pasado en cuatro décadas de 276.000 a 15 millones de estudiantes, con más de 3.000 universidades.

Y el cuadro general comparativo señala que América Latina, con el 9% de la población mundial, cuenta solo con el 8% del PIB, mientras la UE con el 7% de la población mundial tiene el 26% del PIB. O sea, el ingreso por persona es, en promedio, más de tres veces superior en Europa, lo que de por sí marca una asimetría profunda en niveles de desarrollo.

De dónde venimos y hacia dónde vamos.

Sin contar el fuerte apoyo político europeo y financiero a la paz en Centroamérica y la democratización del cono sur, de los años ochenta, en los últimos trece años de relación institucionalizada hemos avanzado mucho en diálogo político, comercio y cooperación. Se han suscrito los acuerdos de asociación con Chile y México, que cumplen diez años y han hecho crecerlas exportaciones de Chile a la UE casi tres veces. Hay acuerdos con Centroamérica, el Caribe, Perú y Colombia, y están pendientes con Mercosur, Bolivia y Ecuador. En cooperación, 87.000 pymes latinoamericanas han participado en los programas de cooperación, y 450 proyectos de diferentes tipos suman US. 4.500 millones de aportes de la UE. En ciencia y tecnología y programas universitarios, han participado más de 4.000 profesionales, realizado más de 1.300 proyectos con 700 universidades. Las empresas latinoamericanas invierten en Europa, y abren posibilidades conjuntas hacia nuevos mercados. Luego de la Cumbre de Madrid del 2010 se adoptó un Plan de Acción,  nuevos programas del BEI y otras iniciativas, que se verá reforzado y ampliado en Santiago hacia otros ámbitos, como los temas de género.  

Los programas de cooperación, el incremento de la apertura del comercio, las inversiones crecientes, deben continuar. Pero esta Cumbre CELAC-UE debe servir no sólo para reafirmar esto, sino que debe patentizar ante los ciudadanos de ambas regiones el compromiso efectivo de trabajar juntos para resolver los problemas que nos aquejan a ambos de manera específica, en cuya solución ambos tenemos fortalezas y complementariedades que aportar en ambos lados.

No obstante, como actores globales que sumamos 1.100 millones de personas y un 40% del producto mundial, debemos enfrentar la necesidad de un nuevo orden internacional, pues la globalización nos hace más vulnerables a todos, y se requiere avanzar hacia mayores niveles de gobernabilidad, de seguridad y desarrollo, preservando bienes públicos universales como el medio ambiente, la seguridad alimentaria, la salud, el comercio justo, basados en un modelo compartido, humanista, con los valores comunes que ambas regiones compartimos.


[1] Héctor Casanueva, Máster en Comunidades Europeas por la Universidad Politécnica de Madrid. Director Ejecutivo del Centro Latinoamericano para las Relaciones con Europa (CELARE). Ex embajador de Chile.